martes, 28 de octubre de 2014

NOTA 8. Mis celos de madre.



Anoche tenía muchas cosas en mente. Unas ganas enormes de comerme el mundo. Quiero crear el negocio de mi vida con piloto automático que me permita disfrutar tu crecimiento y no perderme de lo mejor de ti: tu infancia.

Verte para mí es como brisa para mi rostro. Me encanta ver tus ojitos grandes de mirada inquisidora y esa sonrisa tierna.

Tu abuela ha salido a hacer una diligencia. Has elegido quedarte conmigo pese a que te di a escoger. Nos quedamos viendo uno de tus muñecos favoritos (Dora, la exploradora). A decir verdad, ni siquiera estaba concentrada en verlos. Tú lo notaste y me dijiste: - ¡Mami, mira!

Al poco rato, te has sentado en el balcón a mirar el horizonte con lágrimas en los ojos, diciendo:
-          ¿Dónde está mi abuelita? ¿Yo quiero ver a mi abuelita? La amo mucho.

Me sentí muy mal en ese instante. Mi reacción fue decirte que me iría a dormir mientras te quedabas allí en el balcón, porque yo no soy tan importante para ti como tu abuela.Reconozco que fue un ataque de celos. Fue una reacción que no merecías. Tan sólo eres una niña de tres años. Es normal que sientas más apego a tu abuela: ¡no me ves en doce horas!

jueves, 23 de octubre de 2014

NOTA 7. La promesa



En tiempos inmemoriales se daba mucho valor a la palabra. Prometer algo a otra persona no requería firmar ni autenticar un documento. La palabra era suficiente. Podríamos pensar que eso ya es historia pero contigo me doy cuenta que para los niños sigue siendo muy importante y recuerdan una a una las palabras dichas.

Te prometí que jugaríamos a las cocineras cuando llegase del trabajo al día siguiente. Tenía toda la intención de hacerlo.

Al día siguiente como de costumbre llegué del trabajo, te abracé, te mime y me dispuse a cenar. Luego encendí el computador portátil para escribir en este blog, cositas que quiero que recuerdes. Estabas a mi lado mirándome fijamente.

- Mami, me prometiste que jugaríamos a las cocineras cuando llegaras del trabajo. Ya tengo mis juguetes listos en mi cuarto para empezar.
      - Hija, me das un momento que tengo que hacer un trabajo.

miércoles, 22 de octubre de 2014

NOTA 6. Un intruso: ¡el telefóno inteligente!



He llegado a casa como de costumbre tras doce horas por fuera. De la misma forma que todos los días estas esperándome en la puerta. Es una alegría inmensa verte.

Empiezas a contarme todo lo que te ha pasado en el día, las cosas que hiciste y a cantarme las nuevas canciones que te han enseñado en el jardín. De repente, te quedas callada. No lo he notado aún. Luego con voz entrecortada me dices:

-        Mami, ponme atención.

-       Te estoy poniendo atención, hija.

lunes, 20 de octubre de 2014

NOTA 5. El ejemplo.



Hace poco había llegado del trabajo. Estabas en el balcón del apartamento esperando mi llegada. Vi tu felicidad al verme luego de doce horas ausente.

Cuando llegue a la puerta, tú estabas ahí con esos ojitos rebosantes de felicidad.

  -          Mami, te amo. Te he estado esperando, quiero que juguemos.

      Te besé dulcemente en la frente y te di un abrazo fuerte. Te pedí media hora para cenar, descansar un poco y poder dedicarte el tiempo que me estabas demandando. Fuiste a sentarte en el sofá a observar las noticias que estaban pasando por la caja idiota (el televisor) aguardando el tiempo prometido para jugar.

Hemos empezado el juego, por fin. 
-          Mami, hoy jugaremos a la doctora Juguetes. Mi abuelo está enfermo y tu estas acompañándolo en el área de urgencias del hospital y yo seré la doctora que los atenderá.