Anoche tenía muchas cosas en mente. Unas ganas enormes de
comerme el mundo. Quiero crear el negocio de mi vida con piloto automático que
me permita disfrutar tu crecimiento y no perderme de lo mejor de ti: tu
infancia.
Verte para mí es como brisa para mi rostro. Me encanta ver
tus ojitos grandes de mirada inquisidora y esa sonrisa tierna.
Tu abuela ha salido a hacer una diligencia. Has elegido
quedarte conmigo pese a que te di a escoger. Nos quedamos viendo uno de tus
muñecos favoritos (Dora, la exploradora). A decir verdad, ni siquiera estaba
concentrada en verlos. Tú lo notaste y me dijiste: - ¡Mami, mira!
Al poco rato, te has sentado en el balcón a mirar el
horizonte con lágrimas en los ojos, diciendo:
-
¿Dónde está mi abuelita? ¿Yo quiero ver a mi
abuelita? La amo mucho.
Me sentí muy mal en ese instante. Mi reacción fue decirte
que me iría a dormir mientras te quedabas allí en el balcón, porque yo no soy
tan importante para ti como tu abuela.Reconozco que fue un ataque de celos. Fue una reacción que
no merecías. Tan sólo eres una niña de tres años. Es normal que sientas más
apego a tu abuela: ¡no me ves en doce horas!